lunes, 3 de marzo de 2014

CÉZANNE Y DEGAS

Cézanne. Autorretrato
Colección Edgar Degas
Edgar Degas (1834-1917) fue uno delos fundadores del Impresionisto, aunque su estilo se desmarca de los impresionistas más ortodoxcos, sobre todo por su preferencia por los temas urbanos y de interior, centrándose en la vida moderna, frente al monocultivo del paisajismo y los bodegones que practicaban la mayoría de los impresionistas. Cultivó su interés por el ser humano, que fue objeto de una intensa observación a lo largo de toda su obra. Practicó la amistad y el coleccionismo, y se hizo con una una gran colección de obras de sus amigos pintores, grabadores y fotógrafos.
 
Uno de esos amigos era Paul Cézanne (1839-1906). Fue uno de los grandes pintores franceses del siglo XIX, y en algunas ocasiones se le ha considerado padre del arte moderno. En cualquier caso, su rastro e influencia se percibe fácilmente en la pintura del XX.
 
Parece inevitable que, a pesar del mutuo respeto que se tenían, Degas y Cézanne chocaran porque ambos eran inestables y muy obstinados. A pesar de sus relaciones más bien tensas, Degas consiguió adquirir una excelente colección de Cezannes, que culminó con siete obras, entre ellas este importante autorretrato que muestra al artista en una pose decididamente estoica y sus facciones están formadas a golpes de carboncillo suavemente difuminado. Esta obra es uno de los veinticuatro únicos autorretratos que dibujó Cézanne a lo largo de su carrera, junto con treinta y seis autorretratos en cuadros.
 
Todo esto se lo cuento porque, después de muchos años, Cézanne y Degas han vuelto a coincidir. Esta vez no ha sido en uno de los cafés o tertulias del fascinante París del siglo XIX, sino en Madrid, en un mes de febrero ventoso y frío. Si tienen ganas de pasear y sienten ganas de refugiarse, pueden hacerlo en sendas exposiciones en el Museo Thyssen-Bornemisza y en la Fundación Canal. De nada. 

domingo, 9 de febrero de 2014

CONOCER AL PADRE

Estos días estrenan la película Nebraska, un clásico road movie, filmado en blanco y negro en la América profunda, con personajes rudos y paisajes desiertos. Narra la historia de un viejo, Woody Grant, que recibe una carta publicitaria en la que le dicen que ha ganado un millón de dólares, si se presenta en Nebraska con la carta y realiza unas suscripciones a las revistas de una editorial. El hombre, estragado por la edad y el alcoholismo se lo cree. Intenta marchar caminando hasta allí para cobrar su dinero, pero la policía le recoge en la carretera y le devuelve a su casa una y otra vez. Su hijo se apiada de él, al darse cuenta de que su obsesión no se le va a quitar, y decide llevarle en coche hasta Lincoln, capital del estado de Nebraska, para recoger su “premio”.
 
En el camino tienen diversos accidentes y acaban pasando unos días en el pueblo donde nació Woody, donde visita a sus antiguos amigos y a sus numerosos hermanos y familiares. Es una visión inigualable y profunda de esos desolados pueblos de Norteamérica y de sus habitantes. Pero la historia no nos cuenta realmente eso, sino que al hilo de esos encuentros y de los kilómetros que recorren, vamos conociendo poco a poco la vida dura de ese hombre, y cómo su hijo va comprendiendo la tragedia, la bondad, la tristeza y los deseos frustrados de su padre al que queda poco tiempo de vida. Es una historia triste y preciosa, plagada de detalles de humor. Bruce Dern, un eterno actor de reparto de papeles secundarios, está soberbio en el papel de Woody.

BILL VIOLA EN MADRID

En estas últimas semanas se han podido disfrutar en Madrid, en dos ocasiones, del arte de Bill Viola, uno de los video-artistas en activo más interesantes y, desde luego, el más reconocido mundialmente.
Se trata de la escenografía de la ópera Tristán e Isolda, de Wagner, una de las sorpresas que el Teatro Real nos tenía reservadas para este año. Es  una historia de amor, tan poderoso y profundo, que rompe todas las fronteras físicas de los amantes. No debe ser fácil poner sonido a la naturaleza espiritual del amor humano. Wagner lo consiguió de manera sublime en una ópera no apta para impacientes. Y Bill Viola de manera simbólica, ha puesto imágenes a esa historia con cielos, bosques, agua, fuego, cuerpos humanos y maravilla.